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Pilar Eguez
Foto: Pilar Egüez

Pilar Egüez y el camino hacia las comidas que curan

Adelaida Jaramillo
@adeljar

A través de la pantalla una mujer me explica que, por generaciones, los alimentos han sido mucho más que sustento; han sido remedio, identidad y un vínculo profundo con nuestras raíces. Escucho atenta su clase. Pilar es doctora en antropología, es documentalista, y a raíz de una experiencia que transformó su manera de entender la alimentación, ha dedicado su vida a redescubrir y dignificar las prácticas alimenticias tradicionales, revelando cómo éstas transforman no solo cuerpos, sino también comunidades y culturas enteras.

Conocí a Pilar a través de un curso de Antropología de los Alimentos en el Ecuador. Su clase ganó mi respeto de inmediato. No solo es una académica rigurosa, con un vasto conocimiento y una sólida bibliografía, sino que también es una investigadora de campo, alguien que escucha y aprende de aquellos saberes que no están en los libros. Pilar ha sabido reconocer el valor de la tradición oral, de la cocina de las abuelas, de los conocimientos que han viajado de generación en generación a través de las manos de campesinos, indígenas y afrodescendientes. 

En su trabajo, el rigor académico se entrelaza con la memoria viva de los pueblos, y su misión es clara: rescatar esas voces, esas recetas y esos modos de entender la alimentación que han sido desestimados por el avance de la modernidad.

Reconexión personal

El camino de Pilar hacia la revalorización de los saberes alimenticios comenzó con una búsqueda de sanación personal. Durante sus estudios doctorales en Illinois, Pilar enfrentó serios problemas de salud: gastritis, fibromas uterinos y síntomas de desnutrición. Como respuesta, exploró numerosas dietas modernas, desde el veganismo hasta la macrobiótica, pero estas solo empeoraron su situación. “Pasé de tener una digestión normal a sufrir un intestino irritado y una deshidratación severa”, recuerda.

Aunque los libros no son extraños para Pilar, la clave para revertir este deterioro, ciertamente, llegó de un lugar inesperado: la lectura de Nourishing Traditions de Sally Fallon, que le recordó las recetas tradicionales con las que su madre y abuela la habían criado. “Me di cuenta que estaba buscando en el lugar equivocado y que la solución estaba en el tesoro de mi propia herencia cultural”. Inspirada, Pilar retomó las sopas, caldos y guisos de su infancia, preparados con huesos y técnicas ancestrales. La transformación fue inmediata: “Desapareció la gastritis, la inflamación intestinal, y también el frío constante que sentía”.

Sanando comunidades

Lo que comenzó como un proceso personal pronto se convirtió en una misión colectiva. A través de “Comidas que Curan”, Pilar ha documentado la sabiduría viva de comunidades campesinas, negras e indígenas, enfocándose en las mujeres mayores como protagonistas. “Verse representadas en una pantalla grande como expertas y guardianas de conocimiento genera un cambio simbólico. Contrarresta narrativas desvalorizadoras y crea condiciones para el orgullo cultural y el amor propio”.

Pilar también destaca cómo estos procesos fortalecen los lazos intergeneracionales. Sus talleres de cine etnográfico han llevado a estudiantes a redescubrir las cocinas de sus abuelas, espacios tradicionalmente desvalorizados que ahora se ven como “fuentes inagotables de aprendizaje y sabiduría”.

Alimentos para la nutrición, el placer y la identidad

Para Pilar, la recuperación de las prácticas culinarias tradicionales no solo mejora la salud física, sino también la emocional. “Estas recetas han sido probadas durante siglos no solo por su valor nutricional, sino también por su exquisito sabor”, explica. En un mundo donde las dietas modernas promueven la restricción y la uniformidad, las cocinas tradicionales ofrecen placer, diversidad y conexión cultural.

Pilar subraya también cómo estas prácticas promueven la sostenibilidad ambiental. “Las recetas tradicionales utilizan alimentos locales y fomentan la agro-biodiversidad, protegiendo la salud del suelo, el agua y el aire”. Además, su impacto positivo se extiende al sistema inmune humano, reforzado por la diversidad de microbiota derivada de dietas ricas en ingredientes regionales.

Un legado para el futuro

Mirando hacia atrás, Pilar agradece la oportunidad de haber aprendido de las personas mayores que compartieron sus conocimientos con ella. “Gracias a este trabajo, su sabiduría se ha quedado conmigo y con quienes han visto mis documentales o asistido a mis clases”. A través de “Comidas que Curan”, Pilar no solo ha preservado este legado invaluable, sino que también ha demostrado que, al honrar nuestras tradiciones, podemos sanar no solo el cuerpo, sino también el alma.

Miro hacia atrás, cuando escuché a Pilar hablando sobre la memoria de los alimentos y la importancia de recuperar los saberes que el tiempo y la modernidad han intentado borrar y recuerdo hacer una llamada a mi mamá, conversar sobre las recetas que se habían perdido en nuestra familia, y juntas, con mi tía, decidimos rescatar una sopa que no habíamos probado en al menos veinte años y la hicimos.

Cuando la sopa estuvo lista, con su aroma llenando la casa, entendí con más claridad lo que Pilar enseña: la comida no es solo alimento, es memoria. En cada plato tradicional hay un lazo con quienes vinieron antes que nosotros, un conocimiento que sobrevive en las manos y en el calor de la cocina. 

En un mundo que está cada vez más desconectado de sus raíces, la labor de Pilar Egüez es un recordatorio poderoso: los alimentos con identidad son, verdaderamente, alimentos que curan.

Fundadora/directora @comidasquecuran

Directora/productora @raspando_coco