Gabriela Cucalón
@gcucalonnutricionista
La belleza ha sido un concepto en constante transformación. Lo que se considera atractivo hoy no siempre lo fue, y lo que alguna vez se admiró podría resultar impensable en la actualidad. ¿En qué radica la belleza? ¿En la simetría? ¿En las proporciones? ¿O es simplemente un reflejo de las normas impuestas por cada sociedad? Los estándares de belleza han evolucionado drásticamente a lo largo de la historia, influenciados no solo por la cultura y la economía, sino también por la alimentación y los hábitos de cada época.
A lo largo de los siglos, muchas costumbres han perdurado sin que nos detengamos a cuestionarlas. Nos aventuramos a explorar nuevas culturas, probamos sus platos típicos, observamos sus tradiciones, pero, inevitablemente, volvemos a lo que nos resulta familiar. Lo interesante es que estos hábitos tienen raíces profundas en la historia y en la manera en que cada sociedad ha concebido el cuerpo ideal.
A continuación, haremos un recorrido por los momentos que han marcado la percepción de la belleza femenina y su relación con la alimentación.
El antiguo Egipto (c. 1292 – 1069 a. C.)
La mujer ideal era esbelta, con hombros estrechos, cintura alta y rostro simétrico. En esta época, la alimentación se basaba en pan, cerveza, frutas, verduras y pescado, con un consumo limitado de carne, lo que contribuyó a cuerpos más delgados.
La Antigua Grecia (c. 500 – 300 a. C.)
En esta época, la belleza estaba centrada en la forma masculina, llegando incluso a proclamar que los cuerpos de las mujeres eran versiones “desfiguradas” de los de los hombres. La dieta griega incluía pan de cebada, queso, aceitunas y vino, pero las clases altas podían acceder a más carne y pescado, lo que influía en la complexión corporal que hasta el día de hoy nos acompaña en la dieta mediterránea.
Dinastía Han en China (c. 206 a. C. – 220 d. C.)
La cultura china favorecía a las mujeres delgadas con cabello largo y negro, dientes blancos y labios rojos. La alimentación incluía arroz, té, pescado y vegetales, una dieta ligera que favorecía la complexión ligera.
El Renacimiento italiano (c. 1400 – 1700)
El cuerpo femenino ideal era robusto, con pecho amplio, vientre redondeado y caderas generosas, signos de riqueza y fertilidad. La dieta de las clases altas era abundante en pan blanco, carnes, queso y vino, alimentos calóricos y grasosos que permitían cuerpos más voluminosos.
Inglaterra victoriana (c. 1837 – 1901)
El corsé se convirtió en el recurso para lograr la figura de reloj de arena. La alimentación incluía té, pan, carnes y vegetales hervidos, pero muchas mujeres sufrían problemas de salud debido a restricciones alimenticias y dietas extremas.
La esclavitud y la percepción de los cuerpos negros
Las mujeres negras fueron hipersexualizadas o vistas como cuerpos destinados al trabajo forzado. Su dieta se componía de los restos que les daban los dueños, como maíz, frijoles, arroz y carne de baja calidad. Esto influía en su complexión corporal y en la fortaleza que les permitía realizar trabajos físicos pesados en el campo y en su hogar.
Los años 1920: la figura andrógina
El ideal promovía cuerpos sin curvas. La alimentación empezó a incluir más productos procesados y la dieta era baja en grasas para favorecer cuerpos delgados.
Hollywood y los años dorados (1930 – 1950)
Las curvas de Marilyn Monroe representaron el ideal. La comida rápida y los alimentos industrializados empezaban a popularizarse, pero la presión por mantener una figura esbelta llevó a muchas mujeres a restringir su alimentación.
Los años 60: la extrema delgadez
Modelos como Twiggy marcaron la tendencia de cuerpos delgados y adolescentes. La obsesión por las dietas se acentuó, con un auge en el consumo de productos dietéticos y restricciones calóricas.
Los años 80: cuerpos tonificados y fitness
La era de las supermodelos promovió la delgadez con músculos marcados. Jane Fonda impulsó los aeróbicos, mientras que los productos light, el consumo de pechuga de pollo y las ensaladas se convirtieron en la norma.
Los años 90: la estética “heroína chic”
El ideal promovía cuerpos extremadamente delgados y pálidos. Las dietas extremas incluían café, cigarrillos y una alimentación mínima, perpetuando un modelo peligroso de desnutrición.
El siglo XXI: cuerpos curvilíneos y cirugía estética
Figuras como Beyoncé y Jennifer Lopez popularizaron la exaltación de las curvas, mientras que el fenómeno Kardashian impulsó la silueta de caderas anchas, cintura estrecha y las cirugías estéticas. Esto fue influenciado por dietas hiperproteicas y la aparición de fármacos como Ozempic para la pérdida de peso.
Hoy en día, la industria de la dieta genera más de 72 mil millones de dólares anuales, promoviendo estándares poco realistas. Sin embargo, algunas marcas como Parade y Girlfriend Collective buscan diversificar la representación en la moda, incluyendo cuerpos diversos en la moda, cuestionando estos cánones.
Repensar la belleza
Si queremos avanzar hacia una sociedad más equitativa, es momento de replantearnos los estándares de belleza y cuestionarnos: “¿qué es lo bello?”. La relación entre alimentación y cuerpos ideales ha cambiado a lo largo de la historia, adaptándose a las tendencias, a la economía y a los intereses de la industria. Sin embargo, la cultura de la dieta sigue ejerciendo un control abrumador, vendiendo la idea de que solo ciertos cuerpos merecen aceptación y éxito.
Es momento de desafiar estas normas impuestas y abrazar una visión de la belleza que celebre la diversidad, que no dicte lo que debemos comer o cómo debemos lucir para ser valorados. Porque la verdadera belleza no radica en la perfección, sino en la autenticidad, la salud y la libertad de ser quienes realmente somos, sin miedo a las expectativas de los demás.
todo en su lugar, todos en la mesa
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