Pancho González
@fraxagol
¿Por qué elegí estas cinco películas de entre la abundante filmografía sobre comida? Porque además de ser cinematográficamente atractivas, son las que a mi criterio logran evocar más emociones, sin que el espectador pruebe un bocado. Más allá de destacar el mero acto alimentario, todos estos filmes son complejas obras simbólicas en las que la comida es el núcleo de las relaciones sociales, culturales, económicas y sentimentales. La comida toma una dimensión ritual porque nutre al espíritu humano.
Tampopo (Juzo Itami, Japón, 1985)
Publicitada jocosamente como “El primer Noodle Western”, esta comedia irreverente y alocada, se ha convertido en una película de culto. En el mundo sin internet de los años ochenta, Oriente y Occidente estaban distanciados por la falta de conocimiento y los prejuicios culturales. Tampopo rompió esa muralla geográfica, mostrando con humor, creatividad y orgullo la importancia de la comida tradicional en la vida diaria japonesa.
La película es un homenaje a la comida como un placer supremo, pero también es una crítica mordaz a las convenciones sociales. A través de escenas surrealistas y un manejo de cámara adelantado para su época, el film no solo nos deja con ganas de salir corriendo a buscar ese ramen perfecto, sino que nos regala además esa sensación liberadora de que, en la vida y en la cocina, siempre hay la posibilidad de superar los obstáculos con humor.
Como agua para chocolate (Alfonso Arau, México, 1992)
Basada en la novela homónima de la mexicana Laura Esquivel, el realismo mágico latinoamericano toma como escenario la cocina y salta de la literatura al cine.
Tita prepara deliciosas recetas tradicionales sin percatarse de que sus platillos tienen el poder de transferir sus sentimientos a los comensales.
En una época en la que la mujer estaba condenada a callar y obedecer sin cuestionar, la comida deja de ser un lenguaje íntimo y secreto y se transforma en una proclama de emociones que expresa sin vergüenza todo lo que Tita siente. Torrejas llenas de amor, un pastel condimentado con lágrimas que causa una epidemia de tristeza, codornices llenas de sensualidad capaces de causar un incendio. Un maravilloso manifiesto de liberación en cada bocado.
Chocolat (Lasse Hallström, Reino Unido-USA, 2000)
El chocolate es una extensión de Vianne, una sensual y empoderada chocolatier que llega al pueblo francés de Lansquenet, en los años cincuenta.
El pueblo rechaza a Vianne y al chocolate como rechaza la sensualidad, el placer y la posibilidad de que una mujer no se someta al control de un hombre. Es una amenaza para la moralidad religiosa y el orden patriarcal de su sociedad.
Para las mujeres que entran en su círculo , trabajar y disfrutar el chocolate se convierte en una terapia provocadora, estimulante y liberadora. Ellas se identifican con el chocolate, aceptando por primera vez su sensualidad y su valor individual como algo natural.
Los hombres de Lansquenet finalmente terminan aceptando a Vianne y comprueban que el empoderamiento femenino no afectará la unidad familiar ni la práctica de la fe. Tradición y modernidad aprenden a cohabitar como las facetas de un mismo todo.
Ratatouille (Brad Bird, USA-Francia, 2007)
Un homenaje al sentimiento y la expresión artística expresados a través la gastronomía.
De una manera muy educativa, esta película animada nos muestra que el éxito de un cocinero se basa en seguir los pasos de un chef referente que te inspire con sus platos, la selección de los mejores ingredientes para tus creaciones, mucha creatividad y experimentación para lograr nuevas recetas y la necesidad de alcanzar un efecto emocional en los comensales.
Los realizadores contaron con la asesoría de varios chefs famosos, como Thomas Keller, para entender el funcionamiento de una cocina gourmet, incluyendo la jerarquía de los cocineros, la distribución del trabajo y la transformación de los alimentos en sus diferentes estados de cocción.
The Menu (Mark Mylod, USA, 2022)
Una deliciosa sátira sobre el mundo del fine dining. Los dialógos hacen énfasis en la la idea de que la alta cocina no está hecha para cualquiera, que las personas ¨comunes¨ no merecen consumirla, que es necesario formar parte de una élite económica o intelectual para entenderla.
Basándose en ese agrumento, Menú se burla con ironía, y cierta dosis de terror psicológico, del ego y la histeria de los chefs, de los comensales adinerados que creen que por pagar más por su comida tienen un gusto ¨elevado¨, de los críticos que se dedican a endiosar y destruir a los cocineros, de aquellos que van al restaurante solo a tomarse la foto aunque no les guste la comida, de los que sobreanalizan cada plato sin dejar que los disfruten los sentidos.
The Menú es una reivindicación del simple gozo de comer en un mundo vanalizado por el consumismo.
todo en su lugar, todos en la mesa
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