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Panaderias migrantes
Foto: Rubén Darío Rojas

Panes migrantes: galeones, trigo y levadura

Rubén Darío Rojas
@elfogoncreativo

Las primeras naves que atravesaron el océano Atlántico llegaron cargadas de productos de la dieta diaria de los viajeros que esperaban mantenerla en los nuevos parajes a conquistar.

Así pues, las carabelas guardaban en sus bodegas el fruto del dorado trigo; harinas, panes y biscochos; y con él llegaron las masas, los obradores, los panaderos y una cultura nueva para todo este continente.

La escasa harina de trigo, se convirtió en objeto de deseo por lo que son muchas las actas de cabidos y cortes de la América Colonial que guardan juicios y sumarios de los litigios, falsas acusaciones y denuncias que otorgan un color muy especial a la panadería en Latinoamérica.

Amasijos y obradores

En el caso de Venezuela, el protagonismo del trigo y sus derivados ya se manifiesta en los primeros panes horneados en la isla de Cubagua para los conquistadores atraídos por los bancales de perlas.

Los esfuerzos de nativos y extranjeros por aclimatar al trópico caribeño el cereal de tierras templadas no impidió la popularización del mismo y la creación de infinidad de recetas y versiones de amasijos y panes tan criollos con cualquier nativo del país.

La nueva oleada de panaderos

La Venezuela del siglo pasado recibió a quienes formarían runa nueva clase de empresarios: los panaderos europeos.  Fruto de una cuidadosa política de migración y de la grave crisis provocada por la guerra en el viejo mundo, grupos de españoles, italianos y portugueses se asentaron en todo el país.

Fueron de grupos de hombres, mujeres y familias enteras que viajaron con sus ollas, recetarios y costumbres, extranjeros que se convirtieron en responsables de alimentar a varias generaciones con lo mejor de la cocina: la que recuerda el hogar.

Comer del mismo pan

Esos recién llegados enseñaron a los venezolanos las delicias del pan gallego, la crujiente voluptuosidad de la focaccia  o el delicado sabor del pan de dios, al frente de panaderías icónicas, que fueron punto de encuentro de extranjeros y nacionales.

Esa experiencia y el deseo de homenajear a esos inmigrantes que, sudorosos y con las manos manchadas de harina, dedicaron su vida a los hornos para ofrecer a los caraqueños el mejor pan desde las raíces de sus pueblos y familias, inspiró el libro: Panaderías caraqueñas, la rica herencia de los inmigrantes.

Recién editado en Venezuela por el Instituto Europeo del Pan (IEPAN) y Banesco, celebra 10 tradicionales panaderías caraqueñas, recapitulando historias y anécdotas, generando un riquísimo registro de las memorias de Caracas vinculadas a la panificación.

Las panaderías reseñadas en este libro son Guanábano (actualmente llamada Chocolat Deli) en La Pastora; Angela, en la parroquia Candelaria; La Kasher del Este, en Sebucán; Nobile, en Puente Hierro; Rosita, en Las Delicias de Sabana Grande; Flor de Macaracuay; Arabito, en Catia y, luego, con otras sucursales en Caracas; Inversiones Soleado (antes Los Claveles) en La Florida; Pan Alemán, en Los Palos Grandes y Dolce Capriccio, en Los Chaguaramos.

Desde sectores de ancestral arraigo citadino, hasta las nuevas urbanizaciones de mitad del siglo pasado, cada una de ellas representa un gentilicio y una avanzada para que caraqueños y panaderos coman del mismo pan.

Tres de diez

El Guanábano, en La Pastora, al norte de la ciudad, casi seguramente en la panadería más antigua de la ciudad capital. Aunque cambió de nombre en los afanes de ser “moderna” cuenta con 130 años en la misma esquina de la céntrica avenida Baralt. Se cuenta que fue una de las sucursales de la cadena de panaderías de la familia Ramella, quienes son parte de la historia de la panadería venezolana por ser los creadores del pan de jamón.

La Rosita, en Sabana Grande, los predios del antiguo camino real son el asentamiento desde el siglo pasado de esta panadería que actualiza en el siglo 21 las recetas de Maria a padeira quien fue la mamá Cristiano Dos Santos, fundador.

El Arabito, enclavado en la populosa barriada de Catia, al oeste de la ciudad, es la marca de panadería (y comida) árabe más famosa de Caracas, y la que, se puede decir, enseñó a comer pan pita a los capitalinos. Ahora tiene presencia en toda la ciudad, gracias a sus varias sedes y a que sus productos están en supermercados.

Quién es quién en la publicación

Este hermoso libro fue editado por Banesco e Iepan, con la producción editorial. Yelitza Linares Bello. Larissa Hernández fue la responsable del trabajo de documentación. Las hermosas fotografías son obra de Efrén Hernández Arias.

Las 10 cronistas seleccionadas para llevar a cabo la estricta y emotiva investigación fueron: Laura Helena Castillo, Giuliana Chiappe, Jacqueline Goldberg, Nahir Márquez, Ileana Matos, Magaly Rodríguez, Gabriela Rojas, Naky Soto, Ligia Velásquez Gaspard y Adriana Villanueva.

El libro está disponible en Amazon y en versión digital en web de Banesco.